sábado, 19 de mayo de 2012

Rafael Romero y una promesa, Te Prometo Anarquía.



Rafael Romero es un autor guatemalteco contemporáneo radicado en España. Incansable en su labor creativa, pero además, un promotor de las letras nacionales en el ciberespacio. Con su proyecto virtual “Te Prometo Anarquía” ha publicado a más de 150 autores guatemaltecos, y la lista no se detiene. Vale la pena escuchar en sus propias palabras, cómo el amor por las letras, le ha catapultado a una experiencia sumamente intensa e interesante. Aquí compartimos con todos Los Bucbuc una breve entrevista que le hicismos un tiempo atrás, y prometemos estar compartiendo algunas sorpresas de Romero en este mes, así que estén pendientes. 

LBB: ¿Cómo llegaste a la literatura? 

RR: Yo creo que fueron varios puntos de partida. Mi papá siempre ha sido un gran lector. Por su profesión, la librera con la que yo crecí estaba llena de libros de Pedagogía, Filosofía, Psicología, Sociología, Teología, etc. Literatura, propiamente dicha, había poca, pero el simple hecho de que existiera ese espacio en mi casa y de que mi papá se esmerara en que mis hermanos y yo aprovecháramos de todos esos recursos bibliográficos, fue vital para que me interesara por los libros. Fue allí en donde encontré El tiempo principia en Xibalbá, de su amigo Luis de Lión; una edición vieja de la Poesía Completa de César Vallejo y un par de libros de poemas de Amable Sánchez Torres. Ese fue mi primer contacto. Leyéndolos creo que se gestó la semillita. Yo tenía como trece años. En Quinto Magisterio escribí un “poema” para la clase de Didáctica del Idioma Español y fue también un aliciente, ya que mi profesor vio “algo” y me motivó a que escribiera. Fue una anécdota mínima, pero significativa. Dos años después, me encontré con André Chocó, en la Facultad de Farmacia, y él, con sus lecturas y su bagaje literario y musical, me empujaron, finalmente, a la escritura. Estoy hablando de 1997, aproximadamente. 


LBB: ¿Qué hacés del otro lado del mundo? 

RR: Incrementar, día a día, mi dosis de nostalgia por Guatemala. No tanto por Guatemala como país, como nación, sino como totalidad inevitable que representa el pueblo donde nací: Jocotenango (Sacatepéquez), y a la familia a la que pertenezco, amigos y cuasi-hermanos incluidos. 


LBB: Cuando eras niño, ¿qué querías ser de grande? 

RR: Farmacéutico. De hecho, trabajé de aprendiz en una farmacia de Jocotenango. Siempre me llamó la atención el rigor de las fórmulas y de los compuestos, y ese ambiente antiséptico y pulcro. No puedo explicar bien por qué, pero de lo que recuerdo, es eso lo que se me viene a la cabeza. De hecho, mi intención fue graduarme de Químico Farmacéutico, pero mis tendencias literarias y mis fracasos en las matemáticas me guiaron hacia la Facultad de Humanidades y acabé graduándome de Letras. 


LBB: Sos un escritor que además de trabajar en su obra, tiene una labor muy interesante al mostrar el trabajo de otros autores. ¿Cómo es esa dinámica?

RR: Cuando empecé a escribir e intenté mostrar lo que hacía; es decir, publicarlo en alguna revista o por ahí, no me fue muy bien que digamos. Ello me llevó a sumirme en una etapa de apatía y de falta de interés por publicar y por saber qué estaban publicando los demás y cómo estaba el panorama de las letras en Guatemala. Así, durante por lo menos ocho años. Fue cuando vine a España que recuperé la intención de darme a conocer y de cambiar mi modo de ver el hecho de publicar y sacar a la luz todo lo que había estado escribiendo. Con Te prometo anarquía, y con algunos proyectos menores adyacentes, he intentando rememorar mis inicios y entender que todos deberíamos tener al menos una oportunidad para decir: éste soy yo y esto es lo que hago. Muchas veces caemos en el error de creer que sólo lo que uno escribe es válido. Cegarse de esa forma y no darle cabida a las propuestas de los otros, es una verdadera lástima. En Guatemala hay talento de sobra y habría que hacerlo aún más visible y ser más permisivos en ese sentido. 


LBB: ¿Cómo surge la idea de Te prometo anarquía? 

RR: Yo siempre había querido tener un espacio para publicar textos e imágenes de amigos cercanos y familiares que escriben, pintan, hacen fotos, etc. Un espacio común e íntimo. Cuando encontré el blog Las afinidades electivas - España fue un momento revelador porque me pareció que podía servirme de modelo para el proyecto que tenía en mente. De hecho, así fue. Tomé prestado (con permiso de Agustín Calvo Galán, el creador de Las afinidades electivas – España) los elementos que me parecían esenciales, le agregué algunos detalles de mi consideración para que tuviera un estilo propio y armé un primer diseño. Después, invité a quienes tenía pensado publicar y casi de inmediato me di cuenta de que podía ampliar las expectativas. Y eso hice: invitar a más gente. Con el tiempo el proyecto se fue consolidando y tomando la forma que tiene actualmente. Con cuatro años en línea, ya vamos por las 155 publicaciones que incluyen poesía, narrativa, fotografía, arte gráfico, pintura, etc. 


LBB: Contanos un poco sobre el equipo con el que trabajás. 

RR: Si te referís a Te prometo anarquía, pues no hay ningún equipo. Es un proyecto personal que he llevado solo. Algunos amigos han colaborado conmigo en situaciones puntuales (diseño de la web, servidor, logos, etc.) y otros han tenido la amabilidad de sugerirme posibles “publicandos/as”, pero el trabajo en sí lo hago yo en mis cada vez más escasos tiempos libres.


LBB: ¿Crees que la poesía salva al mundo? 

RR: La literatura y el arte, poesía incluida, en cuanto sean o funcionen como reflejo del yo interno del ser humano, pueden, no sé si salvar al mundo, pero sí lograr un escape sustancial y profundo de la realidad que nos rodea. Lo curioso es que para mí, no se trata de un escape producido por la necesidad de huir, de alejarse sino por la necesidad de encontrarse, de sondearse, de establecer un contacto con la misma realidad pero a otros niveles: afectivo, onírico, filosófico, surrealista, escatológico, psicológico, sociológico, espiritual, etc. 


LBB: ¿Cuál ha sido la percepción del público extranjero ante el trabajo de los autores que has publicado en la revista? 

RR: Para muchos de mis conocidos aquí, la revista representa una idea muy válida para dar a conocer a escritores y artistas emergentes de Guatemala. Desde el principio he recibido buenas críticas y sé que a día de hoy hay gente que sigue estando al pendiente de cada publicación y de cara rostro nuevo que vaya apareciendo. El hecho de crear esa expectativa me parece muy gratificante. Y lo es aún más, esto lo acabo de ratificar hace poco, cuando me hablaron para una posible entrevista para un medio de comunicación importante de España, cuando lo ven como un referente. Con uno o dos personas que lo vean así, fuera de las fronteras de Guatemala, es para estar realmente agradecido y contento de que el esfuerzo valga la pena. La gran ventaja de todo esto es que, tratándose de un medio digital, no tiene fecha de caducidad y estará en la red el tiempo que haga falta. 


LBB: ¿Cuál ha sido la percepción del público guatemalteco ante el trabajo de los autores que has publicado en la revista? 

RR: Hay un grupo más o menos numeroso de simpatizantes que por suerte, supera, eso me han dicho, al grupo de detractores del proyecto. La tarea de publicar a escritores y artistas nóveles no es realmente fácil y, para mala fortuna, los guatemaltecos pecamos muchas veces de envidia y de exceso de protagonismo. A veces, somos demasiado exigentes para un nivel que quizás no hemos alcanzando ni individual ni colectivamente, hablando de literatura, claro. La idea de Te prometo anarquía es “permitir” un espacio de difusión libre y con un mínimo de obstáculos “editoriales”, por decirlo de algún modo. Darle una oportunidad a gente que no la ha encontrado, creo que es un factor que motiva. Si escribís, por ejemplo, pero no lo pueden ver más que los cuatro o cinco amigos que de vez en cuando pasan por tu blog, ¿cómo vas a saber que lo hacés tiene algún valor estético o literario? Para los simpatizantes de TPA la labor es valiosa; para los detractores, peligrosa, porque consideran que se están sacando a la luz propuestas pobres o poco desarrolladas (literariamente hablando) y que esto pueda empañar el panorama de las letras y del arte de Guatemala. Desde mi punto de vista, todo es subjetivo. El visto bueno lo tendrá siempre el receptor. Sin receptor, el hecho de publicar sería obsoleto y carente de sentido. Dado que no se puede unificar el criterio del receptor, ¿por qué no presentarle una paleta llena de colores para tenga de dónde escoger, para que sepa que hay más colores de los convencionales? La revista pretende eso: ser una especie de fiambre, una mesa de kermesse para que él o ella elijan lo que quieran consumir sin inyectarles una predisposición tendenciosa y a veces limitada. A pesar de todo, las críticas han sido, en su mayoría, positivas. Están los que quieren estar y lo aprecian los que quieren apreciarlo. Ambos “bandos” son un aliciente para que el proyecto continúe activo. 


LBB: ¿Qué otra cosa harías si no estuvieras haciendo esto? 

RR: Si te soy honesto, no es que me dedique a escribir como forma de vida, no, pero en mi tiempo libre no me veo haciendo nada que no tenga que ver, directa o indirectamente, con la escritura, la literatura y los libros. Más allá del hecho de publicar un libro o un texto en una revista, escribir me entretiene y es una necesidad cotidiana, porque implica no sólo un ejercicio lúdico sino un cara a cara con tus ideas, traumas, deseos, inquietudes, miedos, creencias, etc. y, por ende, con las de los demás. Escribir me sustenta y me mantiene a flote de las tribulaciones de la vida. Respecto a Te prometo anarquía, pues si no continuara con la revista, seguramente me gustaría trabajar en algún proyecto editorial independiente, que publicara nóveles y escritores emergentes. 


LBB: ¿Cómo funciona la selección de los textos que publicas? 

RR: Gracias a los blogs, primero, y ahora a las redes sociales, lo que he hecho desde los comienzos y sigo haciendo es una especie de rastreo. Voy de blog en blog o enterándome de las publicaciones que aparecen en Facebook o Twitter y, cuando encuentro una propuesta interesante y que tenga ciertos elementos estéticos, pues envío invitaciones. Ésa es básicamente la mecánica y así logro establecer un primer contacto. A partir de allí, lo que solicito es una selección de lo que ellos/ellas consideren publicable y, ya con ella, armo la publicación de acuerdo a un criterio lo más objetivo posible, haciendo a un lado mi propio gusto y mis preocupaciones estéticas. De lo contrario, estaría contradiciéndome. En TPA prevalece la decisión de cada publicando/a; ellos/as son los que tienen la última palabra. La idea es que vean su publicación como una “carta de presentación”, como una “vitrina”; de ellos/as depende que la misma funcione o pase desapercibida. 


LBB: ¿A dónde va Te prometo anarquía en un futuro cercano? 

RR: Buena pregunta. Uno de mis sueños sería poder publicar una versión impresa de la revista. Dado que es una especie de antología, pues quedaría ahí, como un medio de consulta, para las futuras generaciones. Lo único es que no sabría cómo ni cuándo terminarla, es decir, dónde quedaría el límite, el final de la antología. Escritores y artistas seguirán apareciendo, estoy seguro, y mientras eso suceda, Te prometo anarquía continuará como hasta el día de hoy: disponible para quien así lo desee. El otro (sueño) sería que muchos escritores y artistas, no precisamente nóveles y algunos conocidos míos, vieran en la revista una oportunidad o una alternativa más para compartir su trabajo. TPA no es un colectivo. Cada uno conserva su individualidad. El hecho de aparecer en… no significa pertenecer a… Por lo tanto, no creo que el estatus literario o artístico de cada uno de ellos se vea afectado. Es verdad que el objetivo principal de TPA es promover a escritores y artistas emergentes y poco publicados, pero lo ideal sería que en este espacio estuvieran TODOS/AS. 


LBB: ¿A dónde va Rafael Romero en un futuro cercano? 

RR: No sé si fue Cardoza y Aragón el que dijo que el futuro había empezado ayer o algo así, pero para mí el futuro empezó el año pasado porque, después de muchos años de anonimato, al fin pude sacar a la luz tres de mis libros: El elegido, Distensión del ansia y Génesis y encierro. A partir de allí, muchas de las puertas que quizás yo mismo me había cerrado o que no había querido tocar, se están abriendo. El miércoles próximo (18 de abril) presento una plaquette de mi libro de poemas El convoy en el que habito se desplaza entre tinieblas con la editorial Ultramarina, de Sevilla. Eso es lo más inmediato. Por otro lado, me han incluido en dos o tres antologías importantes que creo que empezarán a circular entre este y el año que viene. Acabo de terminar Chichicaste, novela que da continuación a El elegido y que espero que, tanto una como la otra, puedan por fin ser publicadas en Guatemala. En ésas ando. Asimismo, estoy pendiente del devenir editorial de dos libros más: Explotarás conmigo (poemas) y Precipitaciones (relatos) y actualmente trabajando en Lo más profundo que hay en mí está en la superficie, un posible libro de relatos del cual ya se han publicado algunos de ellos en revistas digitales.  


LBB: ¿Cómo ves el panorama literario guatemalteco actual? 

RR: Cada vez mejor. Creo que en estos últimos años se está produciendo una especie de boom editorial independiente que ojalá se mantenga y siga dando buenos frutos. Libros Mínimos, Catafixia, Luna Park, Alambique, Vueltegato Editores, Sin Tecomates, Maximón Cartonera, entre otros. Las diferencias intergeneracionales ya no son tan marcadas y, gracias a Internet y a las redes sociales, la difusión del trabajo tanto de escritores con una trayectoria digamos sólida y/o encarrilada, como de aquéllos que estamos empezando es cada vez mayor. Hay más visibilidad y menos obstáculos, por ende. Las vías para promocionar lo que se hace, por ejemplo, ya no son tan inalcanzables e inaccesibles. Hay más puntos de convergencia entre escritores y artistas gráficos, por mencionar una amalgama que a mí, personalmente, me parece muy interesante. Tengo la sensación de que poco a poco la lectura se está empezando a colar, tímidamente, dentro de los hábitos de la gente joven y eso, en un futuro, será de beneficio no sólo para nuestros escritores sino para la cultura guatemalteca en general. 


LBB: ¿Qué les recomendarías a los jóvenes que tienen un interés en la literatura? 

RR: Lo primero es que sean honestos consigo mismos. Desde mi punto de vista, escribir es un proceso y debería ser un estilo de vida, más que una moda pasajera, una urgencia por llamar la atención o un hobby. Estar consciente de esto y de las propias capacidades de cada uno es fundamental para sustentar las bases de lo que puede llegar a ser una carrera literaria. La lectura tiene que ser imprescindible. Vivir, en el sentido de experimentar, y observar también. Sin lecturas, sin vivencias, sin observación los resultados de nuestros intentos literarios pueden ser bastante pobres. Con la lectura no sólo obtenemos ideas e influencias sino también mejorías en el empleo del lenguaje; sin vivencias sólo queda la imaginación y cuando la imaginación impera de manera exagerada y deliberada aquello que estemos escribiendo puede parecer inverosímil; sin observación, nuestras ideas acerca de situaciones, comportamientos humanos, roles, relaciones, etc.; se verán limitados. No soy bueno dando consejos ni recomendando, pero más o menos estos son, además de disciplina, paciencia y constancia, los lineamientos que ahora intento aplicar en mí mismo. No hay que correr ni tirar la toalla, todo llega a su tiempo. Cuando empecé a escribir, no sabía nada de esto. Irlo descubriendo con el paso de los años ha sido una buena experiencia. 


LBB: *Algo que quisieras agregar. 

RR: Una mini-anécdota. Según me contó, el nombre de la revista le gustó mucho al cineasta Julio Hernández Cordón (Gasolina, Las Marimbas del Infierno), tanto, que su próxima película se llama así: Te prometo anarquía.





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